Mientras en los barrios del interior los alumnos esperan un transporte que nunca llega, los clubes carecen de recursos y las familias viven entre la basura y la precariedad, el gobierno provincial derrochó fondos en actos, viajes y gastos excesivos en las primeras semanas de la campaña.
En Catamarca, la desigualdad se vuelve cada día más visible. Mientras muchas familias ocupan viviendas vacías ante la falta de soluciones habitacionales, el gobierno provincial sigue mostrando un nivel de gasto que roza lo obsceno.
Los ejemplos sobran: barrios donde los niños estudian bajo techos que se caen a pedazos, clubes que no tienen ni una pelota para entrenar, y comunidades del interior donde los alumnos no cuentan con transporte para llegar a la escuela.
A pesar de ese panorama, los fondos públicos parecen destinarse a todo menos a lo urgente. Cuando el gobierno provincial con la ayuda de sus aliados en la legislatura, decretaron una emergencia económica.
Mientras tanto, los eventos multitudinarios, contrataciones innecesarias, viajes oficiales y un aparato de propaganda cada vez más costoso marcan el pulso de una gestión que prioriza la imagen sobre la realidad.
El contraste es brutal y la indignación crece. El candidato a diputado provincial Carlos Aibar Quintar por LLA, hizo referencia al tema, “mientras la provincia se hunde en la basura y la desidia, el poder sigue gastando como si viviera en otra Catamarca, una donde nada falta y todo brilla”.
Las calles hablan, los vecinos lo repiten: “Hay plata para lo que quieren, menos para lo que hace falta”.
Detrás del relato de progreso, la postal es otra: familias desesperadas, servicios colapsados y una juventud que ve cómo se deteriora su futuro mientras el Estado mira para otro lado, señaló Carlos Aibar Quintar.
La política, cuando pierde el sentido de la realidad, se vuelve crueldad. Y en Catamarca, la indiferencia del poder ya no es solo un error: es una forma de maldad.